Si me cedes un latido de tu prisa
te contaré
cuentos tan cortos como suspiros,
como el inicio de un gesto,
como la insinuación de una sonrisa,
como el primer instante de un sueño.
Sé que no tienes tiempo.
Te engañas y me mientes, y yo finjo creer la ausencia de tus latidos.
Aún así, déjame que insista.
Seré breve.
Breve como las palabras no pronunciadas,
como las miradas de entendimiento entre dos cómplices,
como la caricia de ánimo
o el beso en la mejilla.
Breve como los cuentos que caben en una mano
o los que desaparecen en la segunda hoja.
Quiero arrebatarte el tiempo de un parpadeo
y el segundo en el que se desvía la mirada.
Quiero prenderte en mi palabra,
que te abandones a mi voz durante el breve desliz
que provoca el asombro.
Busco prisioneros fugaces
para mis hojas de viento efímero.
Pretendo robar eso que no tienes:
un poco de tu tiempo.
A cambio, te engañaré con pocas palabras,
sólo las imprescindibles,
aquellas que necesitabas leer
y para las que no podías perder ni el segundo de un parpadeo.
Ahora sí es cierto que no los tienes,
ni el latido ni tus ojos;
te he engañado
y me he quedado con ellos ■ ae
January 27, 2008
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