May 28, 2008

cuento

Cuentan que cierto día –es una especie de fábula-cuento- Dios estaba cansado de las personas que a todas horas del día y la noche, lo llamaban continuamente, haciéndole todo tipo de pedidos, entonces él pensó “voy a irme a descansar, voy a esconderme por un tiempo”. Así que reunió a sus consejeros y les pregunto “¿Dónde debo esconderme?”. Algunos dijeron: “Escóndete en la cima de la montaña más alta de la Tierra” Otros opinaron: “Escóndete en el fondo del mar, nunca te hallaran allí” Otros: “escóndete en el lado oscuro de la luna, es el mejor lugar, nadie te encontrará”. Entonces se volvió hacia uno de sus ángeles preferidos y le pregunto ¿donde debo esconderme? El ángel sonrió y le respondió: “Escóndete en el corazón de los hombres, es el único lugar donde ellos nunca te buscan“. Tarde o temprano todos los hombres encontrarán a su Dios, no importa cuanto tiempo les lleve. Y cuando lo encuentre ese hombre, será mucho más feliz al saber que Dios, también lo estaba buscando ■

May 18, 2008

umbral

Si tengo que morir querré que estés allí. Sé que tanto amor me ayudará a descender al más allá. Entonces diré adios sin miedo y sin dolor. En la soledad reviviré los años de felicidad. Para cruzar el umbral no deseo nada más. Acariciado por tu voz morir al lado de mi amor. Me dormiré mirándote. El tiempo que pasó jamás nos separó. El nos unirá en un rincón profundo de la eternidad. A la hora del final solo quiero tu mirar. Con tu perfume alrededor morir al lado de mi amor. Me dormiré mirándote. Para cruzar el umbral no deseo nada más acariciado por tu voz. Morir al lado de mi amor. Y dormiré mirándote ■ ae

Sentirse no reconocido, no amado, no protegido, olvidado por todos, pienso que es un hambre mucho más grande, una pobreza mucho más grande que la persona que no tiene nada para comer ■ Madre Teresa

May 17, 2008


porque la alegría ha de hacer un largo viaje hasta llegar al corazón ■ ae


Un jovencísimo Chesterton –22 años- escribió el relato de un hombre que dio la vuelta al mundo, navegó, escaló, peregrinó y se extravió, para llegar a su propia casa, de la que había partido. Era el germen de la idea chestertoniana que, durante años, habría de repetir: podemos pasar mil veces sobre la misma idea, u objeto de la realidadexterna, y a la que hace mil una, de repente, por fin, entenderla, “verla” por primera vez. Muchas veces, dijo, un hombre ha de dar la vuelta al mundo para llegar a sí mismo, a su casa ae

ppp: de piratas, proyectos y cosas peores

Todos queremos ser felices. ¿ Y qué es eso de la felicidad?. Un caramelo con una envoltura preciosa…¿y dentro?. No sabemos definir la felicidad, porque no es algo que uno sepa exactamente qué es eso, pero sí qué síntomas tiene: un estado agradable, duradero, que acompaña a actividades gozosas; estado en el que no echo nada a faltar, y que si lo pierdo soy desdichado. Para unos la meta es el placer puro y duro, la salud, el poder, Dios, el amor, la cultura, la belleza…o de todo un poco. Lo que sí sabemos es que satisfacen dos motivaciones: el bienestar y la consecución de proyectos. Si uno no tiene proyectos es imposible que alcance ninguna meta. El bienestar conduce al placer. El proyecto conduce a la alegría. Y la suma de ambos se aproxima a eso que llamamos felicidad. En el matrimonio -escribo de oídas, eh? que no se me juzgue- debería poder sumarse placeres y proyectos individuales con placeres y proyectos comunes. No es fácil, pero se puede hacer: por eso los viejos amores de este mundo que han llegado a buen puerto a la otra orilla hablan mucho de respeto, intimidad, paciencia. Hay menos besos y más miradas, hay menos sexo y más caricias y apretones de manos. Hay mucha complicidad: los viejos marinos saben que han tirado muchas cosas por la borda, que han tenido demasiados asaltos piratas, que muchos abandanoron el barco a mitad de travesía…y que , al final, están otra vez solos ae

May 14, 2008

aqui y ahora


Y entonces aprendí, Magno -y te lo escribo por si te sirve- entre otras muchas cosas, que el amor no significa acostarse, y una compañía no significa seguridad. Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas. Nunca. Y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos. A construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro. Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calorcito del sol quema. Y así uno aprende a plantar su propio jardín y decorar su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores. Y también que realmente se puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende. Con el tiempo aprendes, Magno, que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro, significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado. Con el tiempo se comprende que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas y que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla. Solo con el paso del tiempo se entiende que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas. Con el tiempo también se aprende que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, incluso durante toda la vida. Con el tiempo uno aprende que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes. Con el tiempo uno se da cuenta, Magno, que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquéllos que dejaste ir. Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible. Con el tiempo se comprende que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sea como esperabas, y que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese único instante. Con el paso tiempo verás, mi querido hermano, que aunque seas feliz con los que están a tu lado, extrañarás inmensamente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado. Se aprende, asi, que hay tres momentos en la vida que uno no puede remediar: la oportunidad que dejaste pasar, la cita a la que no asististe y la ofensa que pronunciaste. Con el tiempo también se aprende también sobre el dinero, y entonces se comprende que puedes comprarte una casa pero no un hogar, una cama pero no el sueño, un reloj pero no el tiempo, un libro pero no conocimiento o lo que necesitas aprender; puedes comprarte una posición pero no sirve para tener respeto; puedes comprarte incluso medicinas pero no salud, sangre pero no vida, sexo pero jamás amor. Con el tiempo también se aprende, en fin, que la vida es aquí y ahora, y que no importa cuántos planes tengas: el mañana no existe y el ayer tampoco. Con el tiempo se aprende que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido. Todo esto lo aprendes, Magno, sólo con el tiempo pero mientras se está vivo ■ ae

Según C. S. Lewis el nacimiento de la amistad se puede expresar así: "¡Qué! ¿Tú también? ¡Cuanto me alegro!" ■


Hubo un asunto que jamás se me ocurrió plantearme. Nunca me di cuenta que la misma fuerza y facilidad de la postura pesimista nos presenta un problema en forma inmediata. Si el universo es tan malo, o aun medianamente malo, ¿cómo explicarse el que a los seres humanos se les ocurriera atribuirlo a un creador sabio y bueno? Puede que los hombres sean necios, pero no tanto como para llegar a eso. El inferir en forma directa del negro al blanco, de la flor ponzoñosa a la raíz virtuosa, de la obra sin sentido a un artífice infinitamente sabio, desequilibra la fe. El espectáculo del universo, tal como lo revela la experiencia, jamás puede haber sido el fundamento de la religión; siempre debe haber sido algo, a pesar de lo cual la religión, adquirida de una fuente diferente, se conservó C.S. Lewis, El problema del dolor

El deseo legítimo de ser Dios

Cuando ves a un amigo sufrir, o a un hijo, querríamos tener un don de curación, una mano milagrosa -no omnipotente: con poder para eliminar el daño concreto, tan sólo-. Y es cuando más claro aparece que no somos Dios. Es un momento en que el deseo de ser "como Dios" no es prometeico, babélico, adánico. Es legítimo, aunque no sepamos muy bien qué hacer con ese deseo, que sube por la garganta como un grito ahogado, como una oración que no se ha dicho. No sabemos qué hacer, y la compañía de los demás, su apoyo, apenas ayuda. Algo pensará el Padre Eterno sobre esto, pero por alguna razón se lo calla. O tal vez no se lo calla, y sucede como las frecuencias agudas que sólo pueden escuchar los perros. Nuestro oído tendría que transformarse de algún modo, para oir. Mientras tanto, hacemos gestos extraños, aspavientos, como estas líneas toscas que no van hacia ningún sitio ■ ae

bis

Puede que Dios le diga al sol cada mañana: "Vuelve a hacerlo"; y a la luna cada noche: "Hazlo otra vez". Puede que no sea por una especia de necesidad automática que todas las margaritas sean iguales, sino que Dios las haga una a una y nunca se haya cansado de hacerlas así. Acaso El tenga un anhelo eterno de infancia; pues nosotros hemos pecado y hemos envejecido, pero nuestro Padre es más joven que nosotros. Puede que la repetición en la naturaleza no sea una simple recurrencia, sino un bis teatral... ■ G.K. Chesterton, The Ethics of Elfland, Orthodoxy

May 13, 2008

timones y otras cosas


Todos los miembros de tu ser poseen la misma determinacion, agallas, y coraje que necesitas. Y las ganas de llagar a la cúspide de tus sueños y aspiraciones. Solamente te haces falta a tí mismo. Eres tú mismo el más importante de todos; el único que puede decidir tu destino. ¿Dónde estás? ¡Vuelve! Retoma el timón de tu ser, y llévalo a donde realmente pertenece ■ cg

iDeA


En ésta esfera tan llena de cosas y situaciones que se llama vida, tod puede suceder; todo puede ser posible, cosas tan extrañas como que de verdad fueras mi madre. ¿Por qué tengo la impresión de que estuviste poco junto a mí? ■ cg


May 11, 2008


Mi corazón, mente y alma son un libro abierto para ti, los puedes leer cuantas veces quieras; nada estará oculto, no habrá nada que no sepas de mi. Tus dudas sobre mi se desvanecerán y sabras realmente lo que tienes a tu lado ■ cg


May 08, 2008

Hoy me dijeron muchas cosas de ésas valiosas y entrañables; de ésas que llenan el alma y el sentimiento, y que desde luego son participacion del Amor, con mayúscula. Sin embargo hubo también una gran gran verdad -y me la dijiste tú-: hoy es el aniversario del día en el que Dios me dejó ver la luz por primera vez. Nunca lo había pensado, qué gran razón tienes Magno. Gracias por estar ■ ae





ideas con huellas

Ciertamente lo que pienso no deja huella en esta vida. Cómo ejecuto y llevo acabo esos pensamientos es lo deja huella y determina lo que soy. Qué fácil es pensar; tener grandes ideas y llevarlas a cabo requiere entrega y dedicaccion, esfuerzo verdadero por traer esas ideas al mundo real ■ cg

May 05, 2008

Como me trata la vida en este mundo


La vida me trata conforme a lo que yo pienso que es verdad. Si me dejara llevar por el mundo, mi vida seria como la bolsa de valores: a veces arriba, a veces abajo ■cg

May 04, 2008

Al final

Pregunté al viento sus razones y me dijo: No busco ningún sentido. Soplo porque soy así; es mi naturaleza que se desata. Simplemente soy el viento y me afirmo al serlo. Pregunté al fuego por qué ardía y cual era su sentido. Me dijo que no pretendía nada, sólo ser fuego e inflamarse ardientemente. Pregunté al pájaro los motivos de su vida y me dijo: soy pájaro, me gusta lanzarme al vuelo persiguiendo los insectos que me alimentan, y cantar posado en mi rama clamando que el espacio es mío y que estoy repleto de vida; nada más, soy pájaro y me gusta serlo. Pregunté al hombre cuál era el sentido de su vida y me dijo: ¡Eso, eso quisiera saber yo! Eso es lo que busco y me amarga la existencia el no encontrarlo. No se cuál es mi sentido y mi vida es una tragedia. ¡No se para que vivo! Y entonces el viento le dijo al hombre: ¿No te basta con moverte, con correr y con saltar, con sentir que tu cuerpo es libre para desplazarte por la tierra, de un lugar a otro lugar, de un país a otro país? Y el fuego le dijo al hombre: ¿No te basta con arder como yo, con ofrecer el fuego de tu vida, tu calor, al que quiera tomarlo? Y el pájaro le dijo al hombre: ¿No te basta con cantar, con lanzar al aire lo que sientes en el fondo de tu alma, con saber que otros te oyen ? Y entonces dijo el hombre: No, no me bastan estas cosas. Eso ya lo hacéis el viento, el fuego y el pájaro. Yo tengo que ser algo más, pero todavía no se el qué, y mi obligación es descubrirlo; esa es mi naturaleza. El pájaro nace para ser pájaro, y el fuego para arder, y el viento para soplar, pero yo nazco para crearme a mí mismo, para inventar mi vida. Mis facultades son ilimitadas, pero yo tengo que darles forma; y cuando intento ser algo, fracaso, y no consigo ser esa realidad soñada, esa idea de mi mismo que yo forjé. Y entonces el sentido que imaginé se me derrumba por los suelos, y no encuentro otro, y el impulso de mi naturaleza se estrella en el cristal de la nada y se enloquece en el espacio cerrado de la confusión. Otra vez hablaron el fuego, el viento y el pájaro: dramática es tu naturaleza, en verdad. Pero tu vida, como la nuestra es limitada, y sería insensato si no consiguiendo tu empeño, renunciaras también a ser viento, fuego y pájaro, como nosotros. Porque eso sería ser nada. Peor que nada: tormento ■ ae






Cuando era niño la tia Guille y algunos más me enseñaron que Dios estaba en el Cielo y yo miraba hacia fuera, más allá de las nubes, hacia las profundidades lejanas y luminosas, para mí interminables, e imaginaba allí el mundo de Dios, la Verdad, la Eternidad gozosa. Hoy se que el cielo es sólo una delgada capa de aire pegada a la tierra e iluminada por el sol; y que más allá está el vacío inmenso y oscuro, donde flotan como diminutas partículas mundos terriblemente separados, sin comunicación posible. Hoy, cuando estoy a punto de llegar a los triunta y cinco se que el Cielo no está hacia fuera, sino hacia adentro, hacia el corazón del hombre ■ ae

La realidad y otras ansiedades

Ha llovido gran parte del día. Después ha aclarado y luce el sol espléndido. La atmósfera se ha limpiado por completo de las partículas de polvo en suspensión. El aire está totalmente transparente; casi no existe. Las montañas, los bosques, el pueblo, se manifiestan dramáticamente presentes, absolutamente reales. Es como si brotasen a la existencia entre la nada, con una fuerza y evidencia tal que uno siente casi la angustia de su ser, la ansiedad de estar a punto de contemplar la gran revelación de la existencia, el secreto del ser, la voz de Dios en todas las cosas ■ ae

De sueños, realidades y cosas mejores

La realidad no es el sueño de la conciencia, el amor entre los hombres, el orden fácil y cómodo de las cosas; no es la armonía, ni la justicia, ni la moral que exigimos al prójimo, ni la concordia, ni siquiera el placer. Nuestro mundo está construido sobre la escasez todavía, y la competencia por los bienes, incluso los del espíritu, engendra tensiones, promesas incumplidas, frustraciones, odio. La ley de la selva se amplía en nuestro mundo a todos los ámbitos, más allá de la mera supervivencia. El ansia de ser, de ser más o tener más, propia del hombre, le hace competir en todos los terrenos con sus semejantes. Hasta que no llegue la era de la abundancia, material y espiritual, el hombre seguirá empeñado en la lucha por la vida, por la vida humana. La riqueza de uno se construye sobre el fracaso de otro, y hasta el amor y la inteligencia son robadas entre los hombres. Todo intento de establecer una ética se convierte en trampa para los ingenuos y ventaja para los astutos, y hasta los que intentan ser sinceros consigo mismos se engañan al interpretar los principios éticos de manera que les favorecen. Sería un ejercicio de honestidad social el admitir la realidad, e incluso convertirla en ética, airear las intenciones de los hombres y acabar con su clandestinidad. Admitir que el hombre lucha contra el hombre por ley natural todavía, y seguirá haciéndolo hasta que llegue el tiempo esperado de la abundancia en que pueda cumplirse en verdad la ley del hombre; la ley basada en la cooperación, el amor y la armonía de intereses ■ ae

May 01, 2008

El problema del mal

Mucha gente piensa que Josef Firtz no es más que un enfermo, un monstruo, una anormalidad de la naturaleza. Nos gusta quitarnos la pesada y dura carga de la responsabilidad que supone aceptar que ese tío es un hombre normal, tan normal como cualquiera de nosotros. Es mejor pensar “está enfermo” que decir “es malo, se dejó llevar por lo peor de sí mismo, hizo el mal”. Nos cuesta pensar que de verdad sea un hombre que, además de simpático y buena gente (así lo definían sus vecinos) fuese un perfecto hijo de la gran puta en su sano juicio. Porque afirmar eso, de algún modo, nos compromete también a nosotros. Es cierto que existe una comunión de los santos –esa corriente de cosas bien hechas, de belleza, de orden, de alegría…- que hacen este mundo mejor y que de un modo misterioso, pero eficaz, nos beneficia a todos. Entregar lo mejor que tenemos a este mundo, lo que nos hace diferentes e irrepetibles, nos hace buenos a todos. Pero también existe una comunión de la miseria y del mal. Y no somos ajenos a ello. Nos afecta, a veces somos directamente responsables por acción o por omisión. Sucede que en casos como Firtz comprobar ese grado de maldad incomoda y preferimos negar que se pueda causar tanto mal sin estar mal de la cabeza. La mirada de Firtzl, de ese Firtzl que no está loco, parece decir “¿qué pasa, por qué me miras así?: no estoy tan lejos de ti…tú mismo, en mis circunstancias, lo hubieras hecho“. Por eso da miedo aceptar que existe el mal en el mundo, y en unas dimensiones sobrecogedoras. Porque nos acecha también a nosotros. Hitler, Stalin, Mao, y tantos y tantos otros, no estaban locos. Si negamos la maldad de nuestras obras – y hay mucha gente que lo hace -,¿cómo podremos combatirla?. Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres de bien no hagan nada para impedirlo ■