Pregunté al viento sus razones y me dijo: No busco ningún sentido. Soplo porque soy así; es mi naturaleza que se desata. Simplemente soy el viento y me afirmo al serlo. Pregunté al fuego por qué ardía y cual era su sentido. Me dijo que no pretendía nada, sólo ser fuego e inflamarse ardientemente. Pregunté al pájaro los motivos de su vida y me dijo: soy pájaro, me gusta lanzarme al vuelo persiguiendo los insectos que me alimentan, y cantar posado en mi rama clamando que el espacio es mío y que estoy repleto de vida; nada más, soy pájaro y me gusta serlo. Pregunté al hombre cuál era el sentido de su vida y me dijo: ¡Eso, eso quisiera saber yo! Eso es lo que busco y me amarga la existencia el no encontrarlo. No se cuál es mi sentido y mi vida es una tragedia. ¡No se para que vivo! Y entonces el viento le dijo al hombre: ¿No te basta con moverte, con correr y con saltar, con sentir que tu cuerpo es libre para desplazarte por la tierra, de un lugar a otro lugar, de un país a otro país? Y el fuego le dijo al hombre: ¿No te basta con arder como yo, con ofrecer el fuego de tu vida, tu calor, al que quiera tomarlo? Y el pájaro le dijo al hombre: ¿No te basta con cantar, con lanzar al aire lo que sientes en el fondo de tu alma, con saber que otros te oyen ? Y entonces dijo el hombre: No, no me bastan estas cosas. Eso ya lo hacéis el viento, el fuego y el pájaro. Yo tengo que ser algo más, pero todavía no se el qué, y mi obligación es descubrirlo; esa es mi naturaleza. El pájaro nace para ser pájaro, y el fuego para arder, y el viento para soplar, pero yo nazco para crearme a mí mismo, para inventar mi vida. Mis facultades son ilimitadas, pero yo tengo que darles forma; y cuando intento ser algo, fracaso, y no consigo ser esa realidad soñada, esa idea de mi mismo que yo forjé. Y entonces el sentido que imaginé se me derrumba por los suelos, y no encuentro otro, y el impulso de mi naturaleza se estrella en el cristal de la nada y se enloquece en el espacio cerrado de la confusión. Otra vez hablaron el fuego, el viento y el pájaro: dramática es tu naturaleza, en verdad. Pero tu vida, como la nuestra es limitada, y sería insensato si no consiguiendo tu empeño, renunciaras también a ser viento, fuego y pájaro, como nosotros. Porque eso sería ser nada. Peor que nada: tormento ■ ae
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