Desde la mas tierna infancia, la principal motivación de nuestras actitudes sociales no es el deseo de ser amado (pese a que este tanto nos condiciona también) ni tampoco el ansia de amar (que solo nos seduce en nuestros mejores momentos) sino el miedo a dejar de ser amado por quienes más cuentan para nosotros en cada momento de la vida. El afán de poder, de notoriedad y sobre todo de dinero, no son más que paliativos sobrecogidos y anhelosos contra la incertidumbre del amor, intentos de protegernos frente al desamparo en que su eventual pérdida nos sumiría. Por eso afirma Goethe que da más fuerza saberse amado, que saberse fuerte; la certeza del amor, cuando existe, nos hace invulnerables ■ ésta vez es fernando savater
February 26, 2008
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