La final del torneo de Wimbledon (2008), entre Roger Federer (Suiza) y Rafael Nadal (España), estuvo, no solamente llena de dramatismo, sino sobre todo, llena de finura y clase. Los dos demostraron una impecable caballerosidad y sobre todo una enorme humildad. De veras que daban ganas de llorar cuando, al final del partido, durante la entrevista pública que les hicieron en medio de la cancha, Roger hablo muy respetuosamente de su contrincante, mientras que Rafa, el triunfador, no hizo más que poner muy en alto el nombre de Roger. Esto es lo que yo llamo un juego entre caballeros. LOS DOS SE MERECIAN EL PRIMER LUGAR. Impresionante ver la ecuanimidad de ambos jugadores, una vez terminado el dramático partido. Ojala y los seres humanos aprendamos un poco más sobre como competir, sin trampas, ni rencores, sin rabietas, ni enojos, sin echarle la culpa a nadie; al fin y al cabo, lo importante es COMPETIR Y VOLVER COMPETIR. FRACASAR no es cuestión de perder un partido, así como GANAR, tampoco es cuestión de ganar un partido Las personas siempre estamos en un eterno balance entre perder y ganar, entre acertar y fallar, entre reír y llorar. EL QUE GANA, no quiere decir que ya gano para siempre, y EL QUE PEIRDE, no quiere decir que ya perdió para siempre. Y así es la vida SOLO ESTA DERROTADO EL QUE HA DEJADO DE LUCHAR, sin embargo, EL QUE SE VANAGLORIA DE SUS EXITOS, ha alcanzado la mayor de sus DERROTAS ■ robert solis
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