Magno, Si amaneces abrazado a tu almohada
y aún con somnoliente sorpresa permaneces así unos minutos
como si detrás de la funda, escondido en su relleno, aguardara un rostro ó una mirada (quizá
la encarnación de esa esquiva fantasía que a menudo emana de tus delirios
la réplica no, no, el original de esas réplicas que muy de vez en cuando te cruza por la mente);
si esperas que el cojín se convierta en bola de cristal
y te revele el futuro, anhelado desde el pasado más remoto,
entonces eres un loco.
Y los locos ríen, mi hermano; los locos hablan con las nubes
se sientan a escuchar la balada de la lluvia;
juegan con los niños sin haber dejado de serlo ellos mismos,
besan como si mañana prohibieran besarse,
aún más: besan como si en ése instante todo cupiera entre labios,
como si al alma no le bastara un pecho para ubicarse.
Los locos escriben trocitos de presente que regalan,
persiguen un sueño convencidos de que más vale pájaro volando que
ciento en mano.
Los locos buscan con sus ojos extraviados otros chiflados que sepan y quieran perderse en los mismos bosques sin importar lo que tarden en encontrar el camino de vuelta,
si es que quieren hallarlo.
Los locos sólo sonríen de corazón si te reencuentran
y rara vez regresan de veras.
Mientras se empapan de rocío se llena de lodo,
encontrados de luz se llenan el pelo de rastas de arena y sal.
Y si el loco comete el terrible error de entregarse a la cordura,
si toma con fuerza los estribos, si encuentra de pronto la razón,
si pasa revista y no faltan tornillos,
entonces comienza a guarecerse del aguacero
a no salirse del sendero a plegar las alas de albatros,
a no deternse a contemplar los hongos.
Magno: si vives cada momento de tu vida
convencido de que no importa qué te llevó hasta ahí
qué te traerá el nuevo sol;
si para ti es tan obvio que otra alma te espera desde siempre,
que lo mejor de ti mismo espera en la siguiente estación
para que gobiernes tu tren sin inútiles equipajes
para que el más luminoso acervo sea tu bagaje,
si para ti todo ello es tan inefablemente evidente
como que el mar respira y siente
entonces guárdate bien de esos ataques de sentido común, hermano,
y consérvate especial: desnúdate sin sentir vergüenza,
no te dejes llevar jamás por una espiral de prudencia,
porque entonces la ilusión se borrará de tu cara,
la luz de tus retinas curiosas se apagará
y jamás habrás sentido tanto frío, tanta soledad
como el pajarillo en mano, aterido y mutilado,
pues cuando la lucidez del loco se instala
perderla supone caducar y morir en vida.
Vuela, vuela lejos, sigue buscando cielos nuevos,
corre con los ojos cerrados entre los cedros cortados por el viento,
con los brazos extendidos a la orilla del mar, como aquel sábado de marzo;
no le temas nunca a la Vida, brother,
no importa que alguna vez te des de narices con un tronco,
o escupas algún diente rebozado en arena
después de clavar tu cara en el suelo,
al menos sabrás lo que es ser libre;
caminar sin fabricarte cadenas, respirar sin viciar el aire
sin campanas de complejos sobre tu cabeza
que enmudezcan el lenguaje del mundo
y repitan lamentos huecos.
Yo también quiero seguir siendo un loco;
deseo secar cada lágrima con diez sonrisas,
quiero no codiciar más que mi libertad,
compartirla con otras libertades,
sin más ilusión en mis tobillos que el roce de la hierba.
Aunque no sepa buscar, aunque tardemos en volvernos a encontrar, yo sé que en ésta aventura que se llama vida tú, como buen hermano, vas a esperarme detrás del penúltimo recodo, y sé que tú también llevarás sal de mar en el pelo,
la sonrisa mojada, una que otra lágrima y los pantalones llenos de lodo ■ ae
y aún con somnoliente sorpresa permaneces así unos minutos
como si detrás de la funda, escondido en su relleno, aguardara un rostro ó una mirada (quizá
la encarnación de esa esquiva fantasía que a menudo emana de tus delirios
la réplica no, no, el original de esas réplicas que muy de vez en cuando te cruza por la mente);
si esperas que el cojín se convierta en bola de cristal
y te revele el futuro, anhelado desde el pasado más remoto,
entonces eres un loco.
Y los locos ríen, mi hermano; los locos hablan con las nubes
se sientan a escuchar la balada de la lluvia;
juegan con los niños sin haber dejado de serlo ellos mismos,
besan como si mañana prohibieran besarse,
aún más: besan como si en ése instante todo cupiera entre labios,
como si al alma no le bastara un pecho para ubicarse.
Los locos escriben trocitos de presente que regalan,
persiguen un sueño convencidos de que más vale pájaro volando que
ciento en mano.
Los locos buscan con sus ojos extraviados otros chiflados que sepan y quieran perderse en los mismos bosques sin importar lo que tarden en encontrar el camino de vuelta,
si es que quieren hallarlo.
Los locos sólo sonríen de corazón si te reencuentran
y rara vez regresan de veras.
Mientras se empapan de rocío se llena de lodo,
encontrados de luz se llenan el pelo de rastas de arena y sal.
Y si el loco comete el terrible error de entregarse a la cordura,
si toma con fuerza los estribos, si encuentra de pronto la razón,
si pasa revista y no faltan tornillos,
entonces comienza a guarecerse del aguacero
a no salirse del sendero a plegar las alas de albatros,
a no deternse a contemplar los hongos.
Magno: si vives cada momento de tu vida
convencido de que no importa qué te llevó hasta ahí
qué te traerá el nuevo sol;
si para ti es tan obvio que otra alma te espera desde siempre,
que lo mejor de ti mismo espera en la siguiente estación
para que gobiernes tu tren sin inútiles equipajes
para que el más luminoso acervo sea tu bagaje,
si para ti todo ello es tan inefablemente evidente
como que el mar respira y siente
entonces guárdate bien de esos ataques de sentido común, hermano,
y consérvate especial: desnúdate sin sentir vergüenza,
no te dejes llevar jamás por una espiral de prudencia,
porque entonces la ilusión se borrará de tu cara,
la luz de tus retinas curiosas se apagará
y jamás habrás sentido tanto frío, tanta soledad
como el pajarillo en mano, aterido y mutilado,
pues cuando la lucidez del loco se instala
perderla supone caducar y morir en vida.
Vuela, vuela lejos, sigue buscando cielos nuevos,
corre con los ojos cerrados entre los cedros cortados por el viento,
con los brazos extendidos a la orilla del mar, como aquel sábado de marzo;
no le temas nunca a la Vida, brother,
no importa que alguna vez te des de narices con un tronco,
o escupas algún diente rebozado en arena
después de clavar tu cara en el suelo,
al menos sabrás lo que es ser libre;
caminar sin fabricarte cadenas, respirar sin viciar el aire
sin campanas de complejos sobre tu cabeza
que enmudezcan el lenguaje del mundo
y repitan lamentos huecos.
Yo también quiero seguir siendo un loco;
deseo secar cada lágrima con diez sonrisas,
quiero no codiciar más que mi libertad,
compartirla con otras libertades,
sin más ilusión en mis tobillos que el roce de la hierba.
Aunque no sepa buscar, aunque tardemos en volvernos a encontrar, yo sé que en ésta aventura que se llama vida tú, como buen hermano, vas a esperarme detrás del penúltimo recodo, y sé que tú también llevarás sal de mar en el pelo,
la sonrisa mojada, una que otra lágrima y los pantalones llenos de lodo ■ ae
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