September 15, 2008

pArTnERs

En medio de recensiones y críticas de libros y de las siempre obligadas summer readings con algún libro de Merton y otro de Harold Bloom, me pide uno de los editores del periódico un artículo en castellano, sencillo y fácil de leer sobre la amistad. ¿Sobre la amistad? -pensé- ¡qué fácil!. Y ahora, al momento de sentarme a escribir no sé por dónde empezar. ¿Interesantes las definiciones que de la amistad se han hecho a la largo de la historia? ¿Más útil buscar la voz amistad en el Diccionario de la Real Academia? Sin duda alguna, lo que más convence, lo más real, lo más verdadero, lo que de verdad puede tocar las fibras es aquello que parte desde la propia experiencia; lo que se ha escrito con la propia sangre. Al fin y al cabo, como dice don Gabriel, la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla. Por eso, porque la viví y experimenté y la sigo viviendo y experimentando, puedo decir que la amistad es esa gran compañía a la distancia; es comprensión ante el silencio. Es el reencuentro lleno de alegría y de entusiasmo cuando la vida da la oportunidad de volverse a encontrar. Hace unas pocas semanas tuve la oportunidad –inesperada totalmente- de pasar por en el sitio donde durante trabajé un tiempo, y me encontré con la misma calidez y la misma fraternidad de aquel mi primer día. Aquellos que se fueron –por que cambiaron de lugar o porque decidieron cambiar de tarea en su vida- también estaban allí en aquel momento. Estábamos todos. Viejos y nuevos. Me reencontré con la fraternidad y el cariño de seres humanos reales; personas absolutamente comunes y corrientes que hacen su trabajo en medio de vasos, mangas, pastries y sacos de composta. Aquella noche, ya en casa, las ideas rondando la cabeza –las mismas que ahora pongo sobre el papel- eran un torbellino: ¿Qué lazos se quedaron allí? ¿Es que con los años se madura y valora más la amistad? ¿Qué hizo que ésos lazos se hicieron más fuertes que la distancia? ¿De qué están hechos cada uno de ésos que parecen diferentes y que actúan distinto y al mismo tiempo son enteramente normales? ¿Es la camiseta que traemos puesta? ¿Fueron las horas de trabajo compartidas? Es todo eso. Me acordé de frase tan entrañable y tan profunda: erat cor unun et anima una. Tenían un solo corazón y una sola alma. Ese podría ser un buen sumario: un solo corazón y una sola alma. Unidad en la diversidad, por decirlo con las palabras que escuchábamos durante los días en que nos entrenábamos antes de entrar en la operación. Éste texto es, pues, la respuesta a la petición del editor de hablar sobre la amistad, pero se han convertido también –sin haberlo pensando al comienzo- en un reconocimiento a ellos, a mis partners, a quienes me siento más unido que nunca. Sin duda la vida nos llevará a cada uno por sitios distintos. Es posible que algunos no volvamos a vernos nunca. Pero el espíritu permanece, y es el mismo, y el recuerdo de la convivencia que compartimos es tan fuerte, que nos mantiene unidos. Unidos en el silencio, unidos en la distancia, unidos en la diferencia de modos de vida, de maneras de pensar, de sentir y de actuar. Pero unidos. Quien lo ha experimentado, podrá entenderlo. Mis partners, amigos: estas sencillas y mal escritas líneas van por cada uno de ustedes, son para cada uno de ustedes, por cada uno de ustedes, que saben ser amigos. Buenos amigos. Entrañables amigos y están ahí, ahora, con éste papel entre las manos y pensando –como yo lo pienso- “la vida nos dará la oportunidad de reunirnos y de re vivir lo vivido”. Al fin y al cabo la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla. Y la amistad compañía a la distancia, comprensión ante el silencio, el reencuentro lleno de alegría y de entusiasmo cuando la vida da la oportunidad de volverse a encontrar ■ ae

1 comment:

La Ubre Diseño Deslactosado said...

me gustó mucho =´)





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