No soy un ingenuo, y no se me escapa que hay temporadas que estamos cansados y destrozados, sin fuerzas y desesperados, furiosos por nuestro destino, que parece torcido, injusto y sin sentido, que eso del buen humor, entonces, sirve de muy poco. Lo sé. Llevo unos días pensando “Dios mío, ¡que lejos estoy de ti!”. Y no voy a hacer nada por acercarme a Él, que Él también se me esconde y juega a las escondidas. Pero diciéndole eso, salgo de ese estado de tristeza y sé que, aunque en estos momentos no puedo entender que Él es amor, sí pienso y confío, sin embargo, en que todo está bien como está. Sé lo que me digo, aunque no se me entienda ■ ae
February 19, 2008
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