Caminando por las calles de la ciudad sentí que un viento lejano -el que soplaba en 1626- me invadió y me envolvió en una atmósfera de tranquilidad y relajación. Todo a mi alrededor era romántico y bello; así seguí caminando, embriagado por la sensación de un ambiente de ensueño; recorriendo toda la ciudad. Era un viento complaciente, me hacía sentir bien esa manera de vivir. Poco a poco esa conmoción me llevó, sin darme cuenta, hasta a un lugar desconocido. En ese lugar había cosas agradables, y todo aquello terminó por deslumbrarme y atraparme. Me perdí. Me perdí en lugar sin poder regresar otra vez a mí y aquellos sitios donde tenia todo para ser feliz. Y es que el viento me había tendido una trampa. Pasado el tiempo y una vez que aquel viento me abandonó y pude volver a pensar en sobriedad, descubrí que yo ya no era yo. Estaba enojado conmigo, y entonces me aleje de mi. Traté de encontrarme. Me busqué en muchos rincones, y así permanecí por mucho tiempo. Una noche en la que me encontraba en calma dentro de mí, logré verme. Estaba lejos. Grité. No me hacía caso a mi mismo: sentía rencor. Sin embargo el sentimiento de perdón que me fue dado me llenó de esperanza para reencontrarme conmigo mismo. Y asi fue. Quiero regresar a mí . Aquí estoy. No quiero volver a perderme. Te prometo Cesar que nunca más me alejare de ti ■ cg
February 25, 2008
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