Me encontré hace unas semanas un libro que hasta hoy no había podido empezar a leer. Cante Flamenco -pone en la tapa con letras negras- en mayúscula temblorosa, como anunciando lo que trae dentro. Hoy, aunque no tenía mucho tiempo, me metí entre sus páginas a curiosear. Y dando saltos fui a parar en la página que dedica a las soleares, bulerías, tangos y cantiñas. En la explicación de las soleares dice: "en las coplas de soleares, bulerías y tangos cabe toda la vida, sin limitaciones ni vetos. Es por eso que muchos juzgan a la soleá el más humano de los cantes." Consuelan estas coplas que llevan años de tradición, pasando de boca en boca, y en carne viva, historias centenarias que se re-estrenan cada vez que alguien se reconoce al verlas escritas. Y me encontré una que me ha hecho reírme un poco de mí mismo. La copio para mi colección de versos para la vida; de esos que hay que tener en un lugar visible de mesa de trabajo o de la habitación.
Tiro piedras a la calle;
al que le dé, que perdone;
tengo la cabeza loca
de tantas cavilaciones.
Gran género la soleá, que acoge toda la vida, incluso los jaleos de la mente del aprendiz de filosofía ■ ae
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