Contaba el otro día alguien la historia -bastante sencilla y simple- de un niño que en medio de la clase repentinamente se dió cuenta que debajo de había un charco, y que la parte del frente de sus pantalones estaba mojada; no sabía cómo pero había sucedido. Nunca antes le había pasado. Y sabia que cuando los demás se dieran cuenta no habrá final, y que las niñas no volverían a hablarle mientras viviera. Gran sufrimiennto. En aquel momento el pequeñín volteó al cielo como buscando a Alguien. Y de pronto se dió cuenta que la maestra venia hacia él con una mirada que indicaba que ha sido descubierto. Inesperadamente y mientras la profesora camiba hacia él, una de sus compañeras derramó toda el agua de la pecera que llevaba en las manos sobre el regazo del niño, quien inmediatamente se dijo en su interior "Gracias, gracias". En lugar de ser ridiculizado, el niño fue objeto de comprensión por parte de todos. La profesora lo llevó rápidamente abajo y le hizo ponerse unos shorts de deporte mientras se secaban sus pantalones. El resto de la clase se dedicó a limpiar alrededor de las bancas. La simpatía fue maravillosa. Sin embargo, la vida no es tan sencilla, el ridículo que le habría tocado enfrentar al niño ahora cayó sobre su compañera. Ella trataba de ayudar a limpiar, pero más de alguno le dijo que se fuera "ya has hecho suficiente hoy; torpe" fue la última frase. Al final del día, antes de marcharse, mientras esperaban el autobús para ir a casa, el niño se dirigió como en un susurro a aquella niña: "¿Lo hiciste a propósito, verdad?", le preguntó. Ella, tambien en voz muy baja, respondió: "Yo también me hice una vez en los pantalones" ■ Yo me quedé pensando, ¡que Alguien nos ayude siempre a ver con más claridad las oportunidades de hacer bien a aquellos que están alrededor!
October 31, 2008
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