October 15, 2008

Al final, la gran aventura es recibir, la actividad decisiva es la contemplación, la transformación mayor es ensanchar los cauces de la percepción, que se convierten en cauces de adoración. Adoración, y no gratitud, que también; la gratitud viene después y es una respuesta cabal. La adoración, sin embargo, es previa, y se confunde –en el tiempo– con la experiencia. Pedimos que se despierte nuestra capacidad de adoración, y manifestamos quererla. El hombre de acción, el verdadero hombre de acción (no el activista, el ansioso prueba-todo), ha comprendido que necesita una forma más vigorosa, más elástica de adoración. Un movimiento contemplativo. Su actividad es una plegaria, nerviosa y dispersa quizá, pero sincera ■ ae

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