Todo tiene su momento y hay un tiempo para cada cosa bajo el cielo: tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado, tiempo de matar y tiempo de curar, tiempo de derruir y tiempo de construir, tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de llevar luto y tiempo de bailar, tiempo de tirar piedras y tiempo de recoger piedras, tiempo de abrazar y tiempo de dejarse de abrazos, tiempo de buscar y tiempo de perderse, tiempo de guardar y tiempo de desechar, tiempo de rasgar y tiempo de coser, tiempo de callar y tiempo de hablar, tiempo de amar y tiempo de odiar, tiempo de guerra y tiempo de paz ■ Con éstas palabras de Qohélet y los apuntes sobre la amistad cerramos un ciclo -ciclo maravilloso y lleno de alegría- y nos despedimos: Ya no hay más Crónicas de un viaje anunciado. La vida continúa, y cada uno sigue el camino que, en conciencia, ha decidido seguir ■ Domingo dos de Noviembre del Dos mil Ocho ■ November 02, 2008
Todo tiene su momento y hay un tiempo para cada cosa bajo el cielo: tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado, tiempo de matar y tiempo de curar, tiempo de derruir y tiempo de construir, tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de llevar luto y tiempo de bailar, tiempo de tirar piedras y tiempo de recoger piedras, tiempo de abrazar y tiempo de dejarse de abrazos, tiempo de buscar y tiempo de perderse, tiempo de guardar y tiempo de desechar, tiempo de rasgar y tiempo de coser, tiempo de callar y tiempo de hablar, tiempo de amar y tiempo de odiar, tiempo de guerra y tiempo de paz ■ Con éstas palabras de Qohélet y los apuntes sobre la amistad cerramos un ciclo -ciclo maravilloso y lleno de alegría- y nos despedimos: Ya no hay más Crónicas de un viaje anunciado. La vida continúa, y cada uno sigue el camino que, en conciencia, ha decidido seguir ■ Domingo dos de Noviembre del Dos mil Ocho ■ November 01, 2008
Apuntes sobre la amistad (I)
Hoy más que nunca es el momento de pensar que entre amigos es mejor no buscar la utilidad, sino que a ella—a la amistad—se ha de ir más para dar que para recibir, pues nada perfecciona tanto a un ser como dar a otro lo mejor de sí mismo. Una verdadera amistad es sólo la que enriquece a los dos amigos, aquella en la que uno y el otro dan lo que tienen, lo que hacen y, sobre todo, lo que son. Ser un buen amigo o encontrar un buen amigo sean las dos cosas más difíciles del mundo: porque suponen la renuncia a dos egoísmos y la suma de dos generosidades. Suponen, además y sobre todo, un doble respeto a la libertad del otro, esto sí que es un simple milagro. La verdadera amistad—la idea es de Laín Entralgo—consiste en dejar que el amigo sea lo que él es y quiere ser, ayudándole delicadamente a que sea lo que debe ser. ¡Y qué difícil esta frontera que limita al Norte con el respeto y al Sur con el estímulo y ¡qué enriquecedora esa amistad que maduran los años y en la que nos sentimos libres y sostenidos, aceptados tal y como somos! A lo largo de la historia la amistad se ha definido de muchísimas maneras. Para Horacio un amigo era la mitad del alma. Agustín de Hipona no vacilaba en afirmar que lo único que nos puede consolar en esta sociedad humana tan llena de trabajos y errores es la fe no fingida y el amor que se profesan unos a otros los verdaderos amigos. Ortega y Gasset escribía que una amistad delicadamente cincelada, cuidada como se cuida una obra de arte, es la cima del universo y Kant la llamaba el viejo cisne negro, pues cada día es más difícil entrar amigos que valen la pena. Aunque quizás la más acertada de todas las definiciones es la de Faguet: la amistad es una confianza en el corazón que conduce a buscar la compañía del otro –hombre o mujer- elegido por nosotros entre los restantes y a no tener miedo de él, a esperar de él apoyo, a desearle el bien, a buscar ocasiones de hacérselo y a convivir con él lo más posible Apuntes sobre la amistad (II)
Tal vez la pagina más hermosa que se haya escrito jamás es aquella en la que San Agustín narra la muerte de un joven amigo, con lágrimas y desgarramientos que hoy—que impera la gelidez y la frialdad—nos parecen casi melodramáticos, pero que son terriblemente verdaderos. «Suspiraba, lloraba, me conturbaba y no hallaba descanso ni consejo. Llevaba yo el alma rota y ensangrentada, como rebelándose de ir dentro de mí, y no hallaba dónde ponerla. Ni en los bosques amenos, ni en los juegos y los cantos, ni en los lugares aromáticos, ni en los banquetes espléndidos, ni en los deleites del lecho y del gozar, ni siquiera en los libros y en los versos descansaba yo. Todo me causaba horror, hasta la misma luz; y todo cuando no era lo que él era, aparte el gemir y el llorar, porque sólo en esto encontraba algún descanso, me parecía insoportable y odioso». Sí: nunca se ha dicho mejor lo que es la amistad y lo que implica su pérdida. Los que hemos perdido amigos en algún momento de la vida lo comprendemos. Ese vacío total, esa sensación de insipidez en todo lo que nos rodea, esa seguridad de que nadie ni nada colmará ese vacío. Ese hacer daño hasta la misma luz. Ese sentirse avergonzado de estar vivo mientras el amigo se enfría bajo la tierra. Sirva todo lo dicho para pensar en ése montón de personas que han traspasado el umbral de nuestra confianza y se han convertido en compañeros del camino –a la distancia muchos de ellos. Vaya un cariñoso recuerdo y un ¡gracias! Desde lo más hondo del corazón ■ aeOctober 31, 2008
Contaba el otro día alguien la historia -bastante sencilla y simple- de un niño que en medio de la clase repentinamente se dió cuenta que debajo de había un charco, y que la parte del frente de sus pantalones estaba mojada; no sabía cómo pero había sucedido. Nunca antes le había pasado. Y sabia que cuando los demás se dieran cuenta no habrá final, y que las niñas no volverían a hablarle mientras viviera. Gran sufrimiennto. En aquel momento el pequeñín volteó al cielo como buscando a Alguien. Y de pronto se dió cuenta que la maestra venia hacia él con una mirada que indicaba que ha sido descubierto. Inesperadamente y mientras la profesora camiba hacia él, una de sus compañeras derramó toda el agua de la pecera que llevaba en las manos sobre el regazo del niño, quien inmediatamente se dijo en su interior "Gracias, gracias". En lugar de ser ridiculizado, el niño fue objeto de comprensión por parte de todos. La profesora lo llevó rápidamente abajo y le hizo ponerse unos shorts de deporte mientras se secaban sus pantalones. El resto de la clase se dedicó a limpiar alrededor de las bancas. La simpatía fue maravillosa. Sin embargo, la vida no es tan sencilla, el ridículo que le habría tocado enfrentar al niño ahora cayó sobre su compañera. Ella trataba de ayudar a limpiar, pero más de alguno le dijo que se fuera "ya has hecho suficiente hoy; torpe" fue la última frase. Al final del día, antes de marcharse, mientras esperaban el autobús para ir a casa, el niño se dirigió como en un susurro a aquella niña: "¿Lo hiciste a propósito, verdad?", le preguntó. Ella, tambien en voz muy baja, respondió: "Yo también me hice una vez en los pantalones" ■ Yo me quedé pensando, ¡que Alguien nos ayude siempre a ver con más claridad las oportunidades de hacer bien a aquellos que están alrededor! October 30, 2008
Amigo... como te lo he dicho antes... a veces hay que saber cuándo partir.. eso no significa la rendición de nuestros actos, o la cobardía de nuestras acciones al querer dejar las cosas o a las personas atrás... hay ocasiones en las que el decir "hasta luego" es para evitar caer ante lo inaceptable, ante lo inevitable y que la situación te arrastre... PARTIR es dar la espalda por un segundo del cual no sabemos su duración, para poder recargar las energías, las fuerzas.. así el día que volvamos.. estaremos mas fuertes para dar ese abrazo que fue negado, esa sonrisa que fue tachada... Quizás ese día jamás llegue, pero en tu corazón siempre existirá el recuerdo que ahí estuviste cuando más se te necesitó, cuando NADIE ofreció NADA!.... y cuando el momento de recordar llegue, podrá darse cuenta que como bien dices la diferencia del "amor de AMIGO" al "amor por el OBJETO" ... Quizás es ahora que más te necesita. Lejos...para aprender a caer, aprender del dolor y de como poder levantarse... Quizás es el momento de partir ■ hnOctober 26, 2008
October 23, 2008
October 20, 2008
de fanfarrones y cosas peores
¿De qué te sirve probar todas las bebidas si la impureza de tu boca altera su sabor?, ¿ qué sentido tiene ver todos los paisajes del mundo si no tienes en tu ojos el fulgor que revela su belleza?. Es la suficiencia vulgar del nuevo rico, del arrogante, del “intelectual” que necesita una guía y que la sigue por pura. Un imbécil que pasase la vida al lado de un sabio no comprendería la sabiduría mejor que la cuchara el sabor de la sopa. También es la suficiencia de algunos hombres de fe, muy entregados y dedicados a su santidad y perfección, que no salen del círculo de las frases hechas. Poco original esa aventura. Los que piensan que la suma de actos perfectos hacen un hombre perfecto…¡ja! El fanfarrón piensa, si fuese cuchara, que la sopa no tiene secretos para él. ¡Iluso! October 16, 2008
¿Que por qué me levanto todos los días, dices? Pues para escribir todo lo que pueda. Para reirme de mi sombra. Para saludar y sonreir por las mañanas. Para afeitarme y ponerme après rasage. Para beberme a la salud de todos, sobre todo de mis amigos, y de los que lo fueron. Para ser más valiente, y para intentar de verdad ser libre, hasta de mí mismo. Para No tener miedo: bueno... sí, tenerlo y mordérmelo, ahi etá el quid. Y siempre estar estudiando para ese Master en servicio y no graduarme jamás ■ aeOctober 15, 2008
Al final, la gran aventura es recibir, la actividad decisiva es la contemplación, la transformación mayor es ensanchar los cauces de la percepción, que se convierten en cauces de adoración. Adoración, y no gratitud, que también; la gratitud viene después y es una respuesta cabal. La adoración, sin embargo, es previa, y se confunde –en el tiempo– con la experiencia. Pedimos que se despierte nuestra capacidad de adoración, y manifestamos quererla. El hombre de acción, el verdadero hombre de acción (no el activista, el ansioso prueba-todo), ha comprendido que necesita una forma más vigorosa, más elástica de adoración. Un movimiento contemplativo. Su actividad es una plegaria, nerviosa y dispersa quizá, pero sincera ■ aeOctober 11, 2008
Si fuerais ciegos, no tendríais pecado. Pero decís: vemos. Y vuestro pecado permanece. Ahí está el veneno de la enfermedad de la conciencia farisaica. Esa conciencia no quita la ceguera respecto a Dios –porque somos ciegos, lo queramos o no- pero intenta convencernos de que vemos. Y lo intenta afirmando de sí misma que ve, y si ella ve, tú tienes que ver. Pero la suya es una clarividencia ilusoria, una especie de histeria cultural, de paranoia ideológica. Y es así porque su resultado es el desprecio, la autosuficiencia ante los pobrecitos ciegos que andamos a tientas ante el misterio. Sí, somos ciegos, niños ciegos que no recuerdan su nacimiento, ni el rostro de sus padres…pero les reconozco, y me reconozco, en sus caricias. Ciegos que de vez en cuando son acariciados aquí abajo por Alguien. Y uno, entonces, se siente amado y ama. Y palpa un poco el misterio, la gracia…¡ciego! Si fuerais ciegos no tendríais pecado. Pero decís: vemos ■ aeOctober 01, 2008
Tia Guille
En los niños, lo natural es la alegría. La necesitan como la respiración. No pueden vivir sin ella. Por eso inquieta tanto ver a un niño triste. Y si esa tristeza dura demasiado, sabemos que es preciso hacer algo, lo que sea, para eliminarla. Robar la alegría a un niño es un crimen como matar el canto de un ruiseñor. En los viejos, lo natural es la tristeza, el gesto huraño o la melancolía. La sonrisa de los viejos siempre es prestada, alguien se la ha puesto en los labios: a veces un niño o el recuerdo de su propia infancia. O el Espíritu Santo. La alegría de los viejos no es fácil. Si es auténtica, sólo tiene una explicación: se llama bondad ■ September 30, 2008
e quindi uscimmo a riveder le estelle
¡Las pasiones del alma! Asunto que ha preocupado desde el principio de los tiempos a filósofos, poetas, dramaturgos, poetas, psicólogos y novelistas. En general las pasiones nos dilatan, nos hacen abrir los ojos a realidades nuevas, nos hacen grandes. Dios creó el mundo y la pasión nos hace descubrirlo. La Creación es una fiesta, una maravilla que hay que descubrir – a veces, a la edad de uno, con prisa. Con esa prisa del protagonista de Una Historia Verdadera que va a reconciliarse con su hermano montado en una cortacésped y afirma: voy lento porque tengo prisa. Pero hay pasiones que nos angostan, nos estrechan, nos encierran en un mundo que no es de Dios, reduciéndolo a una menudencia, a una miseria, a una atmosfera envenenada. Todo empieza y termina allí. Es el mundo sórdido de los jugadores de cualquier tipo, de los obsesivos políticos que están buscando constantemente los signos de identidad, de los escrupulosos religiosos que en la sordidez de sus conciencias se aferran a Dios, de los adictos al trabajo que como otros lo hacen a unas cartas de póker, a una apuesta por ese caballo, a un tapete de una sala tenebrosa…allí se concentra todo el mundo. Allí dentro transcurre toda la vida, lo que para ellos es vivir: lo demás es nada, ausencia, privación y destierro. En fin, todo: el ancho mundo que se extiende fuera de su conciencia pequeña y obsesiva. Vivir, para este tipo de apasionados angostos, consiste en barajar sus cartas entre las manos con tics mil veces repetidos, en reiterar una y otra vez los mismos rituales pensando que les traen suerte, tensar los músculos del alma según un arte ejercido en miles de ocasiones. Nada más. Estos hombres han conseguido la más radical y patética transformación de la realidad. Han suplantado la infinita riqueza de lo real por esas cuatro ideas entre cuatro paredes de las cuales depende el destino de sus vidas. Como Aladino, están literalmente encerrados en la Lámpara Maravillosa. Pero no, el mundo no se acaba ahí, en sus cuadrículas, en sus pensamientos reflejos y condicionados, en sus compulsiones, en sus miedos. Queda algo más que esos hombres han olvidado…¡queda todo! Un día, quizá, lo descubrirán y como el famoso verso de Dante “e quindi uscimmo a riveder le estelle”: de allí salimos a ver las estrellas ■ aeIMPRESIONANTE
Sorprendente el estudio de la Universidad de Harvard: una científica norteamericana, Khette Föllen, descubrió con sus estudios que las personas que no tienen suficiente actividad sexual,apenas nada, leen los correos electrónicos y los blogs con la mano posada en el ratón... No, no, ahora ya no vale quitarla. Ya es tarde... Lo siento ■
despedidas
No es fácil. A veces en la vida hay que abandonar al borde del camino una mujer, un hombre, una empresa, una doctrina o una pasión para seguir otro destino, otra vida, que pensamos en conciencia que es mejor. La pensamos nosotros, lo que no quiere decir que sea compartida ni admitida por todos, o por algunos. Cuando eso suceda procura evitar al alejarte cualquier apariencia de vulgaridad o de traición. Sé buena gente. Esfuérzate en despedirte con la mayor delicadeza, precisamente porque sabes que será la última vez. Esas personas que anduvieron en nuestras vidas un trecho, cuyo umbral no volverás a franquear, son a las que debes despedir con el mayor cariño y respeto. Si lo hacemos el resultado, al menos en el secreto del alma, será no renegar de aquella parte de nosotros mismos que un día se comprometió con afectos hoy desaparecidos, o empresas que abandonamos. Incluso en permanecer agradecidos a lo que amamos y luego nos destrozó. Sufriremos, pero sin poso de amargura. No seas mal@, y despídete ■ ae September 19, 2008
Los sentimientos de la vida nos ayudan a descubrir su esencia misma. Enfrentarnos a ellos nos hace descubrir el mensaje que nos quieren transmirir. Los sentimientos involucrados al relacionarnos con alguien deben de ser libertad absoluta, nunca posesión. Cuando alguien se siente dueño del otro se pierde la libertad, se debilita entonces todo. Sentimientos del alma. El amanecer llena mi vida de luz. Es La vida misma -mi vida- la que me da fuerzas para seguir viviendo. Vida llena de bendiciones; rodeada de un halo de misterio. Una creacion de mi pensamiento. Cuántas veces he creido verte en aquellos que se cruzan en mi camino, sin embargo tu camino y el mio aún no se han cruzado en este mundo tan lleno de luz ■ cgSeptember 16, 2008
de necrópolis y cosas peores
¿Hasta dónde eres capaz de llegar? Si excavas un poco, encontrarás hábitos muy parecidos a los tuyos. Los cimientos de una torre. Esa forma de construir equivocada. Si pasas al siguiente estrato, quizá encuentres restos de la barbarie. Esos ladrillos quemados indican claramente que la ciudad sufrió. ¿Hasta dónde eres capaz de llegar sin destruirlo todo? ¿Prefieres saber o contemplar esta forma casual, hecha de inconsciencia y constancia? Es un trabajo delicado y minucioso. Mira, si excavas un poco más, todo son cántaros rotos en millones de pedazos. ¿Sigues? Más abajo, los restos de una muralla. No es sólo el miedo. Quien hace cosas así es porque piensa que todo irá bien. ¿Y más abajo? Innumerables tumbas, cada una con su pequeña muralla. Al principio, fue una necrópolis. ¿Y más abajo? No hay más abajo ■ aeSeptember 15, 2008
pArTnERs

September 09, 2008
September 07, 2008
- Pues, papá, te queremos tanto que Isabel un día me dijo que no se perdonaría que murieses y te quedaras sin vernos casados como tú quisieras…que te ve como su padre, vamos. ¡Al final te sales con la tuya!. El hombre me lo contaba con unos lagrimones agradecidos, feliz, emocionado, jipando de la emoción. Y yo, escuchándole, pensaba “¿hace cuánto que no lloras, cabrón, por una cosa así?...¡¡¡qué lejos estoy de esta gente!!!”.
Que tomen nota la panda de cascarrabias , gruñones, avinagrados y pulguillas que en su cerrazón pierden nombres y apellidos por el camino en nombre de no se sabe qué principios ■ ae
September 05, 2008
LA CUCARACHA Y EL CIEMPIÉS.

- Hola, ¿no te acuerdas de mí?
- Pues…no.
- ¿Será posible que no te acuerdes?
- No sé, me quiere sonar tu cara, pero no…
- Fue en la vida pasada, hace siglos, en un bosque…¿no te acuerdas?: yo era una cucaracha y tú era un ciempiés.
- ¡Ay es cierto!. ¡Cuánto has cambiado!
- ¡Ay pues tú igual, eh?!.... oye, por cierto, siempre quise preguntarte por qué me dejaste sin decir nada.
- Bueno…aquello duró mientras duró. Además , sí que me despedí.
- Pero tú me decías que me querías. Nos queríamos.
- Yo te decía lo que tú querías escuchar. No parabas de insistir en que te dijera que te amaba y al final decía lo que tú querías escuchar.
- ¡Pero yo te amaba!...¡si me hubieses dejado quererte!,¡si me hubieses dado una oportunidad!
- Yo no lo llamaría amor a eso. Era otra cosa.
- ¿ Qué cosa era, dime?: estaba dispuesta a dejarlo todo por ti. ¡Hubiésemos sido tan felices!
- No…no era amor. Primero fue pasión, fuego, ceguera…luego te tuve miedo…al final, lástima. Lástima de ti y de mí.
- ¡Tú me amabas!
- No, no te amaba. Sólo me enamoré una vez en mi vida y quemé todas las naves. Todas es todas. Enamorado no soy como me conociste. Ni siquiera yo sabía cómo iba a ser enamorado. Nunca lo supe hasta que sucedió.
- Lo hubiese dejado todo por ti.
- Eso no estaba bien. Dejar a tu Cucaracho, y a los dos cucarachitos…¡qué locura!. Hubiese pasado el tiempo, poco tiempo, y no podríamos soportarlo.
- Me hiciste mucho daño.
- Nos hicimos mucho daño.
- En fin…ya ves, ahora somos personas cuerpos humanos.
- Pues sí.
- ¿Eres feliz?
- Sí, muy feliz..¿y tú?
- Me iba mejor de cucaracha, la verdad....
■ ¡gracias, amigo Suso!
September 03, 2008
tAmBIén
¿Sabes qué te digo, carnal? (y fuera de viaje y amanitas y todo éso), pues te digo que el amor da resultado. Siempre. Que hay que creer con todas las fuerzas en la lenta eficacia del amor y del Amor. Y que Dios habla también a través de las películas, como habla a través de la poesia, Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor (San Juan de la Cruz) ■ ae September 02, 2008
Puros e impuros
Desconfío de la moral. Es necesaria, hasta cierto punto. Y desconfío no porque los hombres la practican, sino porque a menudo se detienen en ella. Se paran y se miran en ese espejo de las normas y de las buenas costumbres, empleándola como medio para justificar lo más inmoral de sí mismos: su miserable autosuficiencia egoísta, su imagen de “buena gente”, de personas de orden y de bien, y su acritud a la hora de juzgar a los demás. No soporto la injusticia, la hipocresía de ciertos comportamientos, el hombre que se pregunta atormentado cuántas personas estarán en gracia de Dios en un campo de fútbol, y sufre por ello en su inconsciente histeria sin caer en la cuenta de su estúpida seguridad de elegido. Me duelen mis mentiras, las pasadas y las presentes, y al reconocerlas las quiero cauterizar. Sé, las he vivido, que hay una moral de los impuros y una de los puros. A los impuros el mal les da envidia. A los puros les inspira piedad. Los impuros se abstienen del mal por impotencia, por cobardía, o por la presión de imperativos legales, familiares, sociales…incluso por vergüenza. Los puros evitan el mal porque hay algo superior dentro de ellos que les da paz y alegría. Y los más paradójico es que hay impuros que creen en su pureza: rezan, cumplen los mandamientos, asisten a Misa y comulgan, imparten catequesis … Y hay puros que también. Y hay puros que tampoco. Destilo odio, resentimiento, sorprende verme en “este estado” y estoy hecho una mierda. Soy un mentiroso, un rencoroso, he engañado a mucha gente y no me queda conciencia. No voy a defenderme, entre otras razones, porque a lo mejor es verdad. Y que me lean los puros: al menos inspiraré piedad, que no es lo mismo que dar pena ■ aeAugust 26, 2008
August 25, 2008
Cada vez me convence más la intuición que ofrece amablemente la literatura, frente a las definiciones ásperas de la filosofía (racionalista, todo hay que decirlo, que no todo pensamiento filosófico es como una caminata por el desierto.) Hoy, haciendo limpieza en mi mesa de trabajo, he encontrado un microrrelato de Felipe Benítez Reyes que me recordó enseguida a otro de Pedro de Miguel con el mismo tema: La soledad. Y no diré con cuál soledad me quedo, sólo que me quedo con las historias que nos la muestran ■ aeSoledad, Pedro de Miguel.
* * *
La soledad, Felipe Benítez Reyes
Acepciones
Soñar se dice de muchas maneras. No da lo mismo estar con sueño que estar en un sueño; ni da igual ser soñador que soñoliento; soñar dormido y soñar despierto. El sueño es a veces tregua, un breve adelanto del descanso eterno, o impulso agitador que sacude a la realidad cuando amenaza con contagiarse del sopor de la rutina. Hay sueños quebradizos y efímeros; otros son en cambio sólidos, sueños de suelo firme: los que se trocan en realidad ■ aePa' las penas un cante...
Me encontré hace unas semanas un libro que hasta hoy no había podido empezar a leer. Cante Flamenco -pone en la tapa con letras negras- en mayúscula temblorosa, como anunciando lo que trae dentro. Hoy, aunque no tenía mucho tiempo, me metí entre sus páginas a curiosear. Y dando saltos fui a parar en la página que dedica a las soleares, bulerías, tangos y cantiñas. En la explicación de las soleares dice: "en las coplas de soleares, bulerías y tangos cabe toda la vida, sin limitaciones ni vetos. Es por eso que muchos juzgan a la soleá el más humano de los cantes." Consuelan estas coplas que llevan años de tradición, pasando de boca en boca, y en carne viva, historias centenarias que se re-estrenan cada vez que alguien se reconoce al verlas escritas. Y me encontré una que me ha hecho reírme un poco de mí mismo. La copio para mi colección de versos para la vida; de esos que hay que tener en un lugar visible de mesa de trabajo o de la habitación.
Tiro piedras a la calle;
al que le dé, que perdone;
tengo la cabeza loca
de tantas cavilaciones.
Gran género la soleá, que acoge toda la vida, incluso los jaleos de la mente del aprendiz de filosofía ■ ae
Siempre me ha extrañado lo difícil que resulta escribir sobre la plenitud. Será que estamos menos familiarizados con la vida colmada, y escribimos mejor sobre lo que conocemos más. A veces me asomo a los estantes de la biblioteca como un pecador irredento en busca de la salvación. Es una ingenuidad. Lo sé. Pero más de una vez he encontrado descanso, consuelo y horizontes amplios en los libros. De modo que, me reconozco ingenuo, mas no del todo. Es muy probable que se haya escrito ya el libro que estoy deseando leer. Es menos probable que se haya inventado el modo de encontrarlo (subjetivo que es uno...)En todo caso, me parece curiosa la relación entre escritura y felicidad. No soy yo el primera ni el última que se ha fijado en esta pequeña paradoja. Es muy difícil escribir en la abundancia, encontrar metáforas adecuadas para la alegría. A veces pienso que el arte abstracto es lo que más de puede acercar a una representación de la plenitud. Un lienzo blanco, texturas, juegos de luz. Plenitud de luz diáfana que se extiende por todo el espacio del cuadro sin dejar una sola grieta... No se puede retratar el sol de cerca. ¿Qué diferencia habría entre una estrella y una gran hoguera si no se acierta con la distancia justa que nos permita mirarlas en sus verdadera dimensión? A veces pasa lo mismo con la alegría. No se distinguen sus contornos. Cuando nos envuelve, sin dejar paso ni a la más mínima sombra de tristeza, ¿cómo decir, si decir es delimitar? Cuando llegan las sombras aparece el cuadro. Hay distinción. Nos apoyamos en las sombras para gustar de la vivacidad de la luz, para desearla, para intuir una claridad análoga que llegue a iluminar todos los pliegues del alma. ¿Se escribe porque se es feliz? ¿Se escribe para serlo? ¿Escribir es recordar o proyectar una plenitud ausente? En todo caso, eso, la ausencia de plenitud, el saber que falta mucho o poco para..., la presencia del deseo no cumplido es necesario para volcarse sobre un papel. La creación entonces es ambigua, nos colma saciándonos de ausencias, o nos permite poner en el mundo todo lo que echamos en falta ■ ae
August 20, 2008
te perdono el monton de palabras que haz soplado en mi oido desde que te conozco, te perdono tus fotos y tus gatos tus comidas afuera cervezas y cigarros es mas..te perdono andar como tú andas tus zapatos de nube tus dientes y tu pelo te perdono los cientos de razones los miles de problema sen fin.. te perdono no amarme lo que no te perdono es haberme besado con tanta alevosia tengo testigos la madrugada y el frio y eso si que no te lo perdono pues si te lo perdono seguro.... seguro que lo olvido ■(la imagen forma parte de la obra del gran artista tapatío Adrián Laris Matthews, y puede verse completa en: http://www.flickr.com/photos/adrianlarismatthews_/)
El Amor volvió a encontrarme, después de haberme buscado en todos los confines del mundo. El Amor volvió a encontrarme a pesar de haber montado una barrera de perjuicios, certezas y libros de estudio ■ ae día a día
Ilumina tu rostro con una sonrisa, y regálala a quien nunca la ha tenido, y hazlo sonreír contigo. Toma una chispa de sol y hazla volar donde reina la noche e ilumínala y haz que surjan todas las estrellas. Toma un río de agua y haz bañar en él a quien vive en el lodo. Toma una lágrima, ponla en el rostro y el alma de quien nunca ha llorado. Toma el sentimiento mágico de la vida y otórgalo a quien no sabe encontrarlo. Toma la esperanza, vive en su luz y repártela a todos. Toma de la bondad lo más hermoso y dónalo a quien no sabe donar. Descubre el amor verdadero y hazlo conocer al mundo ■ Mahatma Gandhi
Duro es el camino y sé que no es fácilno sé si habrá tiempo para descansar
en esta aventura de amor y coraje
solo hay que cerrar los ojos y echarse a volar
y cuando el corazón galope fuerte, déjalo salir
no existe la razón que venza la pasión, las ganas de reír.
Puedes creer, puedes soñar
abre tus alas, aquí está tu libertad
y no pierdas tiempo, escucha al viento
canta por lo que vendrá
no es tan difícil que aprendas a volar.
No pierdas la fe, no pierdas la calma
aunque a veces este mundo no pide perdón
grita aunque te duela, llora si hace falta
limpia las heridas que cura el amor
y cuando el corazón galope fuerte, déjalo salir
no existe la razón que venza la pasión, las ganas de reír
Y no apures el camino, al fin todo llegará
cada luz, cada mañana, todo espera en su lugar
Puedes creer, puedes soñar ■ ae
Si tú quieres, serás como un velero, navegante de la vida por mares inciertos, creador de estelas, portador de sueños rumbo a la felicidad. Ese puerto que queremos, que algunos lograron y otros, tras rozarlo de cerca, lo perdieron. Pon rumbo, iza velas, leva anclas, abre el mapa de tus proyectos, y con la tripulación de ilusiones y sueños, hazte a la mar de la vida aprovechando los vientos. Navegando a flote de la experiencia, llena tu barca de valores y de proyectos, llénala de fe y esperanzas. De ese modo podrás navegar con los faros de tus ideales y tendrás así una misión en cada puerto ■ ae August 18, 2008
El cielo son nuestros sueños imposibles, más allá de las rejas de este mundo. El conocimiento de la Verdad y de uno mísmo ■ ae(la imagen forma parte de la obra del gran artista tapatío Adrián Laris Matthews, y puede verse completa en: http://www.flickr.com/photos/adrianlarismatthews_/)
August 07, 2008
CesSaRe mAGno

y aún con somnoliente sorpresa permaneces así unos minutos
como si detrás de la funda, escondido en su relleno, aguardara un rostro ó una mirada (quizá
la encarnación de esa esquiva fantasía que a menudo emana de tus delirios
la réplica no, no, el original de esas réplicas que muy de vez en cuando te cruza por la mente);
si esperas que el cojín se convierta en bola de cristal
y te revele el futuro, anhelado desde el pasado más remoto,
entonces eres un loco.
Y los locos ríen, mi hermano; los locos hablan con las nubes
se sientan a escuchar la balada de la lluvia;
juegan con los niños sin haber dejado de serlo ellos mismos,
besan como si mañana prohibieran besarse,
aún más: besan como si en ése instante todo cupiera entre labios,
como si al alma no le bastara un pecho para ubicarse.
Los locos escriben trocitos de presente que regalan,
persiguen un sueño convencidos de que más vale pájaro volando que
ciento en mano.
Los locos buscan con sus ojos extraviados otros chiflados que sepan y quieran perderse en los mismos bosques sin importar lo que tarden en encontrar el camino de vuelta,
si es que quieren hallarlo.
Los locos sólo sonríen de corazón si te reencuentran
y rara vez regresan de veras.
Mientras se empapan de rocío se llena de lodo,
encontrados de luz se llenan el pelo de rastas de arena y sal.
Y si el loco comete el terrible error de entregarse a la cordura,
si toma con fuerza los estribos, si encuentra de pronto la razón,
si pasa revista y no faltan tornillos,
entonces comienza a guarecerse del aguacero
a no salirse del sendero a plegar las alas de albatros,
a no deternse a contemplar los hongos.
Magno: si vives cada momento de tu vida
convencido de que no importa qué te llevó hasta ahí
qué te traerá el nuevo sol;
si para ti es tan obvio que otra alma te espera desde siempre,
que lo mejor de ti mismo espera en la siguiente estación
para que gobiernes tu tren sin inútiles equipajes
para que el más luminoso acervo sea tu bagaje,
si para ti todo ello es tan inefablemente evidente
como que el mar respira y siente
entonces guárdate bien de esos ataques de sentido común, hermano,
y consérvate especial: desnúdate sin sentir vergüenza,
no te dejes llevar jamás por una espiral de prudencia,
porque entonces la ilusión se borrará de tu cara,
la luz de tus retinas curiosas se apagará
y jamás habrás sentido tanto frío, tanta soledad
como el pajarillo en mano, aterido y mutilado,
pues cuando la lucidez del loco se instala
perderla supone caducar y morir en vida.
Vuela, vuela lejos, sigue buscando cielos nuevos,
corre con los ojos cerrados entre los cedros cortados por el viento,
con los brazos extendidos a la orilla del mar, como aquel sábado de marzo;
no le temas nunca a la Vida, brother,
no importa que alguna vez te des de narices con un tronco,
o escupas algún diente rebozado en arena
después de clavar tu cara en el suelo,
al menos sabrás lo que es ser libre;
caminar sin fabricarte cadenas, respirar sin viciar el aire
sin campanas de complejos sobre tu cabeza
que enmudezcan el lenguaje del mundo
y repitan lamentos huecos.
Yo también quiero seguir siendo un loco;
deseo secar cada lágrima con diez sonrisas,
quiero no codiciar más que mi libertad,
compartirla con otras libertades,
sin más ilusión en mis tobillos que el roce de la hierba.
Aunque no sepa buscar, aunque tardemos en volvernos a encontrar, yo sé que en ésta aventura que se llama vida tú, como buen hermano, vas a esperarme detrás del penúltimo recodo, y sé que tú también llevarás sal de mar en el pelo,
la sonrisa mojada, una que otra lágrima y los pantalones llenos de lodo ■ ae
July 29, 2008
...cuando cuesta creer...
Si aún surge del desalientoel aire de una canción,
si todavía algún príncipe duda
entro el trono del rey o la ley del talión,
si aún arde el último clavo
que despidió el hormigón,
si todavía hay alguna bandera
que tenga por patria ninguna nación...
ay, amor, es porque existes,
aleluya, aleluya
Si aún tienen rabo las nubes
que duermen en el desván,
si todavía hay quien sepa que "escrúpulo"
no es un parásito del alacrán,
si aún son los besos de Circe
la causa del talismán,
si todavía es el fruto del árbol
del bien y del mal un atávico imán
ay, amor, es porque existes,
aleluya, aleluya
Si aún se persiana un suicida
antes del salto mortal,
si todavía la carne de la soledad
se perfuma con flores del mal,
si aún no ha domado la Bestia
el alma del animal,
si todavía aletea algún pájaro dulce
entre tantas estatuas de sal
ay, amor, es porque existes,
aleluya, aleluya
Si aún no soporta el vampiro
no verse en su identidad.
si todavía hay quien tenga el honor
de ser cómplice del crimen de la verdad,
si aún no han aislado el genoma
del clon de la Trinidad,
si todavía es un vals lo que bailan,
ingrávidas, las fuerzas de gravedad
ay, amor, es porque existes,
aleluya, aleluya ■ http://fr.youtube.com/watch?v=t3NAumo4BQI
InCerTiDumBre
Probablemente a nadie le pasa desapercibido que el inicio de la adolescencia es cada vez más temprano, y que vivimos en un mundo de niños que se creen grandes y de grandes que se creen niños, según la situación les convenga. La constatación de esta realidad sirve para entender la inmadurez emocional de las audiencias. Y digo ésto porque la insistencia de que Batman sea elevado al nivel de figura mitológica sirve para entender nuestra época: un mundo en el que muchos añoran que el mundo mismo les vuelva a prestar atención. Bruce Wayne, en este sentido, es el mejor representante de ese sentimiento, es el "huérfano perfecto": hijo de millonarios, tiene por tutor a su mayordomo que lo acompaña en ese precario intento de hacer cosas de adulto, en éste caso nada menos que salvar al mundo. Con The Dark Knigth asistimos a una película de límites y marcado carácter obscuro. Como fuerzas imparables y opuestas, el choque entre el bien y del mal es irremediable; y en esa guerra constante, cada una de las partes eleva por turnos su apuesta a límites insospechados. La mafia, Batman, Gordon, Dent, terminan por actuar al borde -o incluso rompiendo- sus propios códigos éticos, ya que Joker es tan salvaje y anárquico que es imposible detenerlo sin caer en excesos de ningún tipo. Durante dos horas y media el libreto nos pone delante de situaciones límite sin cesar una y otra vez. Ciertamente hay roces entre Rachel y Bruce/Harvey, pero carecen de tiempo y espacio para resultar interesantes. El sentido épico de Batman Begins no está presente aquí; por el contrario tenemos una catarata de acertijos que crea Jocker y que son tan apasionantes como mortales. Desde el ultimatum para que Batman revele su identidad, los atentados contra las autoridades de turno, la carrera contra reloj para salvar dos vidas, decenas de situaciones que marcan el paso según los tiempos de Joker que es, sin duda, quien roba la atención. No me atrevería a decir que éste joker es mejor o peor que el de Jack Nicholson. Son distintos porque funcionan en frecuencias distintas. Este es un ser humano demente y peligroso, un sádico enfermo y a la vez inteligente capaz de planear meticulosamente cómo lograr la anarquía y que en cada carcajada esconde un alarido de pena. No es un villano pintoresco con frases graciosas, sino un demonio a evitar. La motivación del personaje es tan simple como el blanco y el negro: el caos. Pero no el caos de una ciudad o de una fuerza de policía, sino el caos de la mente humana. Joker nos hace preguntarnos ¿Hasta dónde estás dispuesto a caer sin darte cuenta? Y, lo más importante, ¿Cuánto tiempo estás dispuesto a quedarte en el piso, sólo por diversión o falta de opciones? En medio de todo esto, el director (Nolan) nos presenta a un Jim Gordon como la solidez de las instituciones humanas y propias que nos creamos en el proceso de idealizar nuestros sueños y nuestros fines, mientras que Harvey Dent aparece como esta delicada línea entre cruzar la obsesión con la peligrosa debilidad del miedo al fracaso. Y, casi sin darnos cuenta, entreteje una simple y sencilla historia que parte de la premisa más elemental de estas historias: hay un villano que amenaza el status en el que nos desenvolvemos como individuos y como sociedad. Joker no es un criminal cualquiera como con los que Batman está acostumbrado a lidiar día con día -o, más bien, noche tras noche-, porque su impredictibilidad juega con el más esencial temor de los hombres: el primitivismo de la incertidumbre ■ aeJuly 25, 2008
Monsieur Bovary (III y último)

Monsieur Bovary (II)
Emma Bovary era una muchacha generosa, pero cobarde; ambiciosa, pero débil y voluble. Y la clave de su vida está en esa fuga hacia los sueños cuando la realidad no le gusta. Hasta que un día todos los sueños muestran que no hay sino vacío tras la máscara, y la realidad más horrible la atrapa. Ya de niña era alguien que, apasionada por los espejismos, se vuelve prisionera de sus propias mentiras. Como el mundo que le rodea es feo, toma la costumbre de construirse en su cabecita unos universos encantadores, y más que en el mundo, vive en sus cuentos de hadas, en las páginas de las novelas románticas de las que se alimenta. Tampoco en el colegio vive como lo que es. Prefiere fantasear sobre cómo sería su vida si ella fuera una de sus compañeras ricas de ciudad, o sueña en la vida mística de las religiosas del colegio, o reconstruye mentalmente su vida disfrazada de una de las heroínas de la literatura que estudia. Su alma está llena de los vaporosos anhelos que fabrica su calenturienta imaginación. Arde en deseos de emociones fuertes, aventuras que le permitan evadirse de la aburrida cotidianidad. Poco a poco sus sueños se van concentrando en torno a la palabra «amor». Un amor que no será su entrega a otra persona, sino una especie de exaltación de sí misma, la llave que le abra la puerta de todo ese mundo fabuloso de placeres, de sueños, de aventuras, de misterio, del que hace tiempo se ha enamorado su alma. Va reuniendo las migajas de todas las historias de amor que le cuenta la literatura y construyendo con todas la fábula de la que ella será protagonista. Tal vez porque nadie le ayuda a descubrir la verdadera realidad, tal vez porque este amontonamiento de sus sueños le impide verla, Emma se siente ausente de la faz de la vida. No le gusta su casa. Le aburre todo lo que la rodea. Busca tubos de escape en la música, en el dibujo, pero aún esto le cansa al poco tiempo cuando pierde su caparazón de sueños. Por eso cuando Charles Bovary la pide en matrimonio Emma acepta inmediatamente no porque le quiera –Emma sólo se quiere a sí misma-, sino porque el matrimonio le parece una experiencia que vale la pena intentar. Tal vez sea la aventura que le saque de la mediocridad, del aburrimiento de la granja en que vive. Pero ¿quién es Charles para ella? Nadie, en realidad. Emma no llega a verle porque sus ojos están velados por las ideas preconcebidas que tiene sobre el matrimonio. El pobre médico rural es para ella el posible príncipe encantado, un simple pretexto para el reverdecimiento de sus sueños. Y una vez comprometida, retorna a sus fantasmagorias. Le gustaría casarse a las doce de la noche, entre un bosque de antorchas. El decorado tapa de nuevo la realidad. Nada parece descubrir del compromiso humano que el matrimonio encierra. Se queda con la piel de la aventura. E invierte su noviazgo en pensar en el vestido, en el banquete de bodas. ¿Charles? Sigue sin existir para ella. No le ama. Ama su propio fantasma. Y la desilusión no tarda en llegar, porque todos los espejismos acaban por escaparse. «¿Cómo? Pero ¿no es más que esto?» Esta es la terrible frase que Emma se repite en los primeros meses de su matrimonio y que la define aterradoramente. Emma había soñado un viaje de novios sin fin, un idilio interminable en el país de los cuentos. Pero los fabulosos paisajes de sus sueños quedan pronto sustituidos por la realidad cotidiana de la pequeña aldea. «¿No es más que esto?», se pregunta, mientras, por medio de sus sueños, empieza a abrirse paso, día a día, la áspera realidad, las dificultades de la vida, la mediocridad de las horas, que avanzan mucho más lentas que en las fábulas. Y la soñadora, que no ha sabido ver a su marido en la realidad, ahora se embarca en otros sueños mucho más crueles: los que agrandan las zonas negras de la realidad. Si antes no vio a Charles como hombre, ahora sólo ve sus defectos. Los estudia, los analiza, siente que se le clavan dentro como agujas. Y se dedica a espiar los pequeños tics de Charles, sus menores gestos. Y empieza a odiarle por todas esas pequeñeces. Todo se le vuelve insoportable: «A los postres, cortaba los corchos de las botellas vacías; después de comer, se pasaba la lengua por los dientes; al tomar la sopa, cada cucharada era un ruidoso sorbetón.» Con su imaginación aumenta desmesuradamente estas pequeñas manías que, multiplicadas por ella, tienen la virtud de engendrar el aborrecimiento. «M fantasía –dice- me hace aborrecer a los que resoplan comiendo.» Si Emma hubiera amado de veras a Charles, la ternura hubiera corrido un velo sobre estos pequeños defectos. Habría, tal vez, ayudado a corregirlos; habría, quizá, hasta conseguido ese milagro que hace que dos que se quieren logren unirse más a través de sus fallos y menudencias. Pero Emma no ama. Y se encarniza en ver esos defectos. Casi se alegra al comprobarlos, porque eso le permite justificar la desilusión que siente, la amargura que la está invadiendo. Por un momento parece que su marido va a convertirse en un hombre importante gracias a una operación quirúrgica que intenta. Y Emma se vuelve ilusionar, imaginándose casada con una celebridad. Pero el fracaso de su marido aumenta su repugnancia hacia él. A todo ello se añade su fracaso en lo sexual. Emma se ha imaginado un acto matrimonial poético, exultante, de puro deliquio. La realidad la hiere, se siente estafada. Tanto más cuanto que su marido parece sentirse satisfecho con esa efímera felicidad. Y Emma comienza a odiar la idea de resultarle placentera, se odia a sí misma por el hecho de satisfacerle. Con lo que, lo que debió unirles, abre aún más el foso de su separación como seres humanos. ¿Tal vez la maternidad cambiará las cosas? Emma no puede ya dejar de ser corno es y también la llegada de su hija se reduce a algo pintoresco: ya tiene una muñeca con la que jugar, a la que vestir, a la que mimar. Y así, mientras Charles se vuelve más humano cuando se acerca a la cuna de su hija, Emma sigue encerrada en sus sueños personales. Y la separación con su marido se hace más visible. Cuando él va a acostarse, «Enma se hacia la dormida, y mientras se arrebujaba a su lado, ella despertaba a otro mundo: el de los sueños». Sueños que ya eran culpables: en todos ellos Emma se vela a si misma huyendo con otro hombre a una aventura apasionante. Pero la que ha fracasado en el amor matrimonial, fracasará también en el amor adúltero. Porque ni León primero ni Rodolfo después logran darle lo que no le dio Charles. En realidad, tampoco existe ninguno de los dos sino como ocasiones para que Emma siga soñando. Son simples pretextos para seguir inventándose a sí misma. Los dos tienen algo más de héroes de novela, pero ambos muestran pronto su vulgaridad de mediocres conquistadores. Y tras la farsa de la aventura corrida con ellos, cuando se pierde la emoción del descubrimiento prohibido, aparece el vacío, la sordidez de ese falso amor. Y ya a Emma no le falta más que descender al triste desenlace de su vida. La realidad, antes o después, cobra su factura, y quien no supo vivir la de cada día, se da ahora de bruces con la realidad de su fracaso. Sólo falta el veneno y la horrible muerte de alguien que, tras haber vivido persiguiendo la falsa imagen de sus sueños, termina sin haber conocido un verdadero amor (continúa) / AEJuly 24, 2008
Monsieur Bovary (I)
Nunca pensé que tu vida tan teñida de gris fuera a ser el motor para escribir. Te imaginé muchas veces como uno de ésos amigos con los que uno va caminando por la vida, con periodos de más o menos convivencia, con periodos de silencio, pero siempre con la certeza de que se camina por el mismo camino. Y me equivoqué. Me equivoqué profundamente. Ahora que lo pienso, pasado ya un tiempo, lo que me mueve a escribir es la manera en la que te marchaste: escupiendo a la cara y gritando ¡traición! Es curioso –y melodramático a la vez- pues con tú mismo, con tu vida das la impresión de alimentarte a base de traiciones, empezando por ti mismo: cuántas traiciones te has jugado sin siquiera darte cuenta. Y las traiciones a los demás. Nombres son cosas que la pluma, por pudor, no puede –no debe- escribir. ¿Debo empezar a contar esta historia por tu historia personal, o por la mía? Quizá por la mía, en todo caso soy yo quien escribo, y porque además en tu historia es difícil saber dónde comienza la verdad y cuál es ya el territorio de la fantasía. Y te aseguro que no soy el único que piensa así. Te conocí en el sitio donde yo trabajaba, y rápido llamaste mi atención. Nunca antes te había visto, ni teníamos –ni tenemos, ni tendremos- amigos comunes. Conversábamos durante los pocos segundos que tardaba en espumar la leche para los lates y los capuccinos. El tiempo se encargó de volvernos a juntar y de empezar a convivir con más frecuencia. Se juntaron el hambre y las ganas de comer, podríamos decir. Pasaron los meses y empezaste a saber más cosas de mi vida: mis vergonzosos y terribles porqués. Y yo una parte pequeña de los tuyos ¡qué bien te cuidabas de no mostrarte como eras! No mucho tiempo después enfermó tu madre y tú, sabiendo mi condición, me pediste que estuviera cerca de ella ¡tenías todo tan bajo control! No lo dudé ni un momento, y me porté con ella y con los tuyos irreprochablemente. Conocí entonces a tu padre y a cada uno de tus hermanos que –dicho sea de paso- han sido siempre amables y agradecidos, al que tú llamas el traidor inclusive. Sabes, nunca me creí que él era el malo del cuento. Además, el que es malo no lo es con todos, como dice la sabiduría popular. Aun con todo, me puse de tu lado, y te escuché siempre con atención. Con el paso del tiempo llegamos a ser buenos amigos, o mejor dicho: estupendos camaradas y compañeros de viaje, pues los amigos se hacen el bien, y tú y yo no nos hacíamos bien alguno. Viste mi vida, y me ayudaste económica y anímicamente en algunos momentos, y siempre lo reconoceré y lo agradeceré. Me marché de Guadalajara y al poco tiempo recibí la invitación –electrónica, desde luego- de tu boda, invitación en la que nos hablabas de una ceremonia religiosa quién sabe dónde (¿era en Roma?) y celebrada por no sé qué pratiarca importantísmo. El asunto era poco claro, o mejor dicho: mentías, como siempre. Te casabas con una persona que había sufrido un divorcio y éso te traía nervioso. Muy poco tiempo después la boda se canceló (¿te cortaron o cortaste? Nunca lo supimos) y la vida siguió. Hoy me detengo a ver tu vida y entiendo muchas cosas, entiendo sobre todo y mejor que nunca –porque no es la primera vez que te lo digo- que estás enfermo. Profundamente enfermo y necesitado de una profunda ayuda médica y espiritual, aunque tú te niegues a reconocerlo. De todas las enfermedades que puede sufrir un ser humano, la más peligrosa es el bovarysmo. Un alto porcentaje de los fracasos en las relaciones interpersonales –noviazgos, matrimonios y amistades- provienen de ella. La historia que cuenta Flaubert es mucho más que la historia de un adulterio. Es el análisis de un alma que se negó a vivir, encerrada como estaba en sus sueños, y que, de sueño en sueño, se fue precipitando hacia el desastre y el suicidio. ¡Cuánto me recuerda a ti! Te cuento (continúa) / AE July 19, 2008
"Basura"
la gloria y el infierno

entre la fe y la ciencia?
Somos santos y demonios,
somos invencibles.
Somos fieles y traidores,
somos imposibles ■ Fangoria
July 17, 2008
Cuando todo esto se acabe,cuando no haya vuelta atrás,
empezaré a arrepentirme
según es habitual
Cuando al fin se termine,
y sé que terminará,
tal vez podamos mirarnos
sin llegarnos a odiar
Ahora que ya no es posible
lo volveré a intentar;
tropezaré en mí misma
como me suele pasar
Ah, pasado el tiempo
ah, me olvidarás
aunque nos dé rabia
ah, siempre ocurre igual
Ah, ya no es posible
ah, no hay vuelta atrás
ah, y me arrepiento
ah, según es habitual
Cuando el final se despeje,
cuando nos deje pensar,
quizá podamos incluso
hablar sin dificultad ■ la buena vida








